jueves, 19 de marzo de 2009

La voz de madrugada

Era una fría madrugada de enero, la familia García acababa de llegar a su nueva casa que estaba en un pequeño pueblo, cerca de un viejo puerto. La pareja decidió comprar esa casa porque de esa manera sus dos hijas podían crecer más cerca de la naturaleza y alejadas de la maldad que los padres pensaban que había en la ciudad.

Al llegar a la casa la hija menor le dijo a su madre que no quería vivir en esa casa porque le daba miedo, su madre le dijo que no tenia que darle miedo porque era una casa como cualquier otra que ella no le veía nada extraño.
Al cabo de un mes acabaron de instalarse, la casa no era muy grande pero había espacio suficiente para todos.

Los meses pasaban y todo transcurría con normalidad. El hombre trabajaba en el bar del pueblo y la mujer en un internado que estaba a unos ochenta kilómetros del pueblo.

Todo parecía normal , hasta que una madrugada, el día trece de julio, a las dos y trece empezaron a oírse unas voces.

La pareja y sus dos hijas bajaron asustados al comedor y vieron que la radio estaba encendida pero al encender la luz el ruido paro de oírse. A partir de ese madrugada, a la misma ora la radio se encendía y se oían los mismos sonidos.

Durante unos dos meses pensaron que los ruidos se debían a alguna interferencia con algún barco que llegaba al puerto así que esperaron haber si los sonidos dejaban de escucharse.

Los días pasaban y la mujer y las dos hijas estaban ya aterrorizadas así que la mujer decidió ir al puerto a investigar. Al llegar no había nadie así que decidió ir al ayuntamiento a preguntar que pasaba. La mujer que le atendió le explicó que desde hacía años que al puerto no llegaban barcos. Al escuchar las palabras de la mujer decidió junto a su marido grabar los ruidos que se oían cada noche.

Dicho y hecho, lo grabaron todo y a la mañana siguiente al escuchar la grabación se dieron cuenta que se trataba de una sola voz, la voz de una mujer pidiendo ayuda.

La pareja empezó a preguntar a toda la gente del pueblo y un hombre de unos cuarenta años les explicó que en esa misma casa en la madrugada del día trece de julio a las dos y algo hubo un asesinado. La pareja asombrada preguntó que podía hacer para que se dejaran de escuchar las voces y el hombre les dijo que lo único que podían hacer era quemar la casa un día trece a las dos y trece minutos.

El día trece de noviembre decidieron quemar la casa y al quemarla se oyó un grito que asusto a todo el pueblo.

La familia decidió vender la casa y comprarse una casa recién construida en la ciudad.


Roxana Gogonea
4º B

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