
Un día estaba acabando de construir una cabaña para poder vivir ahí, ya que durante todo ese tiempo había hecho su vida en el barco; de repente se pusó a llover y hacía un viento increíble. Dejó la cabaña a medias y se metió en su barco para poder refugiarse del viento, y se quedó dormido.
Cuando abrió los ojos, miró por la ventana y vio que ya no estaba en aquel maravilloso lugar, sino que había llegado después de 8 años a su pueblo. Bajó del barco que estaba hecho pedazos, y se quedó atónito: ¡todo estaba tan cambiado! La gente de alrededor suyo no paraban de mirarle, ya que no tenían esperanzas de volver a verle con vida. De repente apareció toda su familia fueron corriendo a abrazarle, y entre lágrimas de alegría regresaron a su casa.
Él se sentía muy extraño allí, no estaba acostumbrado a su pueblo, quería volver a aquel lugar del que nunca pensaba que se iría ; él estaba contento de poder volver a ver a su familia, pero echaba de maneo la tranquilidad de aquella isla. Una noche decidió reconstruir el barco, y marcharse a la isla, dejó una nota como despedida. Cuando legó, los animales estaban muy tristes y desanimados, pero, al verlo se animaron y se pusieron a bailar.
Clara Lancharro
4º B
(Sacado del libro Cuaderno de tierra firme, de Anjel Lertxundi)
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