jueves, 19 de marzo de 2009

El negocio de papá

En el número 22 de la calle Toledo estaba nuestra pastelería. Allí papá preparaba los mejores pasteles y dulces de la ciudad. Por desgracia nadie parecía darse cuenta de este hecho ya que “La Dulce” era una tienda pequeña situada en la calle menos transitada de la ciudad y sólo recibía la visita de algunos clientes habituales.

Mis padres, mi hermana y yo vivíamos en el piso que había sobre el local. Una noche, mientras dormía, me pareció oír unos débiles ruidos procedentes de la tienda. No les di importancia, di media vuelta y seguí durmiendo.

Un par de horas después, nos despertaron unos gritos angustiados pidiendo auxilio. Cuando bajamos a ver que pasaba nos encontramos una escena realmente sorprendente: la ventana del escaparate había sido forzada y un hombre gritaba desesperadamente con la cabeza atrapada entre las rejas. Al imaginar que se trataba de un ladrón que había intentado entrar a robar durante la noche, papá llamó inmediatamente a la policía, que llegó en pocos minutos.

Mientras tanto, la gente que pasaba por allí dirigiéndose al trabajo se fue parando delante de la tienda para contemplar el espectáculo. Los policías no tenían las herramientas necesarias para cortar los barrotes y tuvieron que llamar a los bomberos, pero éstos, que estaban ocupados en asuntos más urgentes, tardaron mucho en llegar.

Cada vez había más gente, así que papá decidió sacar los dulces del día anterior, y los repartió entre todas aquellas personas; de todas formas, se iban a estropear pronto. Pastelitos, palmeras, rosquillas,… fueron desapareciendo de las bandejas.

Finalmente, vinieron los bomberos, que consiguieron liberar al ladrón. Nunca había visto a nadie tan contento al ser arrestado por la policía.

A partir del incidente, todos los que habían probado las pastas ofrecidas por mi padre, junto con un montón de curiosos que habían oído la noticia del ladrón patoso, se convirtieron en clientes habituales.

Ya hace un año que pasaron estos hechos y, desde entonces, el negocio ha prosperado muchísimo. Mi padre ha abierto un nuevo local en el centro de la ciudad pero continua manteniendo el pequeño negocio de la calle Toledo. Ahora los pasteles de mi padre son famosos en toda la comarca.

Sara Díaz
4º B



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