Un día la madre de Ricardo, le contó una historia que vivió su padre cuando trabajaba en el castillo como acompañante del rey en aquellos momentos que estaba solo sin nada que hacer. Hacia tiempo que el rey buscaba esposa, pero ninguna le hacia el peso. Un di avió una bella dama de piel blanca, y en ese momento se enamoró de ella. Pero ya estaba prometida con un criado del castillo. Pero al rey le dio igual, la cogió por la fuerza y se casó con ella.
Esa misma noche, rondó por el castillo una mujer, vestida de blanco, cubriéndose el rostro con una capucha blanca. Un sirviente la siguió hasta la cambra real donde reposaba el rey. Este espió discretamente por la puerta. Pudo ver, según lo contó, a su majestad tumbado en la cama. Vio como la dama se quitaba la capucha, pero su larga melena negra ondulada le cubría el rostro por ambos lados. Ella se acercó a la chimenea, la observó un rato. El rey se despertó y la llamó. Ella se acercó y se sentó a su lado. La fue a besar, cuando ella lo degolló. Abrió su pecho y de él sacó su corazón, que con leves latidos, lo colocó en un cuenco y lo encendió. El sirviente cerró la puerta, no quiso ver más. Se fue corriendo profiriendo gritos. Lo contó a todo el mundo, horrorizado por lo que vio. Los demás creyeron que era una broma, hasta que vieron las lágrimas del hombre resbalar por su rostro. Decidieron que irían a la mañana siguiente, ya que tenían mucho miedo.
Al día siguiente se pudo ver al rey completamente muerto en un charco de sangre, con todos sus órganos afuera y su corazón convertido en cenizas dentro de un cuenco.
-Aquí acaba la historia. Por eso tu padre ya no trabaja allí, no era un lugar muy seguro como puedes imaginarte. – Le comentó la madre alejándose.
Esa misma tarde el niño encontró un vestido blanco en un baúl, pero era algo extraño. Ricardo le dio la vuelta y lo puso del derecho. En ese momento vio el verdadero color rojo sangre de este.
Cristina Viñas Arroyo
3B
martes, 10 de marzo de 2009
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