jueves, 19 de marzo de 2009

El hombre de la oreja rota

Era yo un niño aun, cuando por mi cabeza pasaban solo pensamientos infantiles, recuerdo mucho a mi familia, cuando me decían palabras cariñosas a pesar que la tristeza les rompía la voz, mi padre ocultaba el rostro antes mis miradas y mi hermana mayor sonreía con gran amargura; pasaron inviernos, primaveras, otoños y veranos y mi cuerpo cambio, mi corazón creció y mis conocimientos ante la vida despertaron, aunque con el pasar del tiempo mis recuerdos de infancia no se olvidaban y esa sombra que cubría mis ojos la destruí con una mirada ansiosa y caliente, y pude observar el hermoso cielo las grandes montañas y la naturaleza creada por dios, me sentía libre ya no era aquel niño que dormía en el regazo de su madre, escuchando hermosos cuentos. Era hermosa esta vida pero no era lo deseado por mi, yo deseaba tener amigos, jugar, sonreír con seguridad, quería caminar descalzo por la playa y acariciar la brisa cada día; ante mi familia fingía una gran felicidad y que mis juegos en esas tardes soleadas eran colmadas de alegría.

Siempre tenia mucho interés por ayudarle a mi padre en sus cultivos de preciosas rosas, en los años de infancia solo observaba y susurraba con gran orgullo lo grande que era mi padre, a pesar de esto nunca comprendí el porque no salía de casa, el porque las mirabas tristes me asechaban, porque un abrazo y un beso me llenaban tanto ahora me pregunto el porque no pude conocer desde pequeño la belleza d la vida. Fui un niño fuerte, un joven valiente y estos momentos soy un hombre capaz de enfrentársele a la vida sin miedo, sin temores, tenia mucha impresión de mi mismo hubiera dado muchas vidas por vivir estos momentos en mi pasado, ya no sentía terror de enfrentarme a la vida, no temía a esas miradas ajenas a los míos que me rodeaban y me señalaban sin ser merecedor de una admiración de una sonrisa o una amistad. Ese lado oscuro nunca lo olvidare en ese momento era frágil y tan solo una sonrisa burlona me hacían sentir que existía para el mundo.

Mis recuerdos silenciosos quedaron allí en el pasado porque ahora manifiesto que no me siento menos que nadie por tener una sola oreja, escucho, pienso, me ilusiono y me pongo triste igual que los demás. Ahora bajo este cielo profundo, frente a las grandes montañas y a la arena fresca del mar. Puedo decir que no me deje sacrificar por los demás para mi esas personas se sientes como los pétalos de una rosa desvanecida.

Las páginas de esta historia nunca la olvidare porque es algo que me llena de mucha fe.

Karen Zapata Rodríguez
4ºB


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